Este syrah viene de una loma de media hectárea que mira directamente al océano Pacífico. Gracias a esa influencia marina, ofrece una interpretación muy delicada de la variedad, una visión casi inexistente de esta uva en Sudamérica y que en Santo Domingo, a unos 6 kilómetros del mar, es pura fruta, una acidez vibrante, notas especiadas y también tonos a tierra. Un tinto de gran personalidad, hecho para criarse algunos años más en botella. De este vino se hicieron unas 3.000 botellas.